Nunca estamos solas, si vivimos en sociedad inevitablemente estamos rodeados de gente: amistades, colegas de trabajo, familia, vecinos. Así que no existe tal cosa como estar sola. El problema que existe es que muchas veces las relaciones que tenemos con las personas que están a nuestra alrededor no son significativas o incluso son hostiles. No nos sentimos felices y de allí que afirmemos que "estamos solas". En consecuencia empezamos a creer que necesitamos de una pareja para dejar de "estar sola". Sin embargo, lo que suele pasar, es que cuando con esta mentalidad y estado emocional conseguimos una pareja se desarrollan o bien conflictos o bien una ensoñación paralizadora. En el primer caso, que es muy común, se cae en cuenta de que "seguimos estando solos". Y esto suele ser muy frustrante porque se esperaba que fuera la llegada de la pareja la que resolviera ese marasmo, esa "sensación de soledad". Esto es muy problemático, irresponsable y bastante peligroso. Por un lado, se le carga a la pareja con una responsabilidad que no le corresponde: sacarnos de un "estado de soledad" que como estoy tratando de describir es un estado de la mente, una incorrecta definición de la realidad. Nadie podrá sacarte de ese estado porque no existe tal cosa como la "soledad". Existen las relaciones significativas y las que no lo son. El problema no es que estés solo, sino que no has aprendido a construir relaciones significativas. Y lo que pasará con tu pareja será exactamente lo mismo. A menos que concientemente te comprometas tú mismo a ver cómo estableces mejores relaciones con la gente nadie podrá hacerlo por ti. Y ese aprendizaje también te servirá para establecer buenas relaciones de pareja. Habrás pasado de un estado de no saber cómo establecer relaciones significativas a uno en que sí sabes hacerlo. Eso implica también, y esto es muy importante, saber con quién establecer relaciones. ¿No suele ser este un dolor de cabeza frecuente de las personas que no saben si salir o no salir con alguien? Pasemos ahora al segundo escenario, aquel en el que la pareja se convierte en una panacea, de pronto dejamos de estar enfermos, frustrados y todo es hermoso, todas las cosas brillan. Esta es una reacción usual que tiene explicación neurofisiológica, la presencia de una pareja y eventualmente el contacto con ella activa la segregación de hormonas relacionadas con el placer y la alegría. Pienso que no es negativo si aprovechamos este momento de alegría para empezar a corregir la forma en que veníamos estableciendo relaciones y que nos hacía sentir que "estábamos solos". El problema se produce cuando solo parasitamos esa alegría, drenando su energía hasta que finalmente se acaba. Esto también tiene explicación neurofisiológica, luego de los picos de segregación hormonal se vuelve al estado anterior. Los síntomas de esto son la necesidad de estar con la pareja a cada momento, para cada situación, de sentirnos miserables, frustrados y débiles cuando pasamos segundos sin ella. Es decir cuando sentimos que "estamos solos" cuando no está. De acuerdo al nivel de dependencia de una persona esta compulsión por pasar cada minuto con la pareja será mayor o menor llegando a extremos peligrosos y criminales del tipo: "si me dejas me mato" o "si me dejas te mato". Evidentemente, ese es el extremo y no me estoy dirigiendo a esos extremos en este momento (¿o quizá sí?). Otra manifestación de esta dependencia es la necesidad de estar con otras personas (engaño) para volver a sentir esa energía de "no estar solo". Manifestaciones maníacas de todo tipo como forzar "aniversarios", salidas. Otra muy común es recurrir al sexo compulsivo porque cuando todo falla, el sexo siempre asegura una buena liberación hormonal que nos otorga placer. Hay una canción de Charly García, muy poco conocida por cierto, convenientemente olvidada que señala: "... poco a poco vos te conformas si no es amor es tuya igual y vos le das lo que te pida". Aparte: una de las pocas frases que rescato de la terrible y confundida filosofía del afecto (eso que llaman amor) de Charly. Finalmente, cuando la relación termina se vuelve al estado de pánico y sin sentido de "estar solo". Llegamos a este punto me gustaría señalar las que considero son las soluciones a este problema. En principio es fundamental cambiar de mentalidad, empezar a cuestionarse cómo interpretamos las situaciones que vivimos y las relaciones que tenemos con las personas. Sobre todo hay que tener cuidado con los significantes vacíos y las reificaciones. Para no ponerme técnico: hay que tener cuidado de usar palabras que no se corresponden con la realidad y que además nos hacen sentir miserables. Aquí recomiendo mucho buscar info de la Terapia Cognitivo Conductual que ofrece muchas técnicas al respecto. Segundo y principal: Concentrarnos en nuestra autonomía, en nuestra independencia. La alegría, la productividad, la calma, cualquier cualidad o estado positivo en el que quieras encontrarte solo es producto del trabajo de una persona: tú mismo. Es incorrecto de partida que necesites que haya una relación particular en tu vida para ser feliz y es un indicador de una posible dependencia emocional. No se me malinterprete, las amistades, las relaciones afectivas con la familia o en general con las semejantes son necesarias para vivir. Pero no son tu propiedad, las otras personas no están allí para ti, cada quien (bueno al menos sería saludable que cada quien) tiene su propio proyecto de vida, sus propias metas y sueños. Tú debes tener los tuyos. Entonces si conoces personas (amigos, pareja, colegas) la relación será fructífera porque cada quien se acompaña en ese proceso, porque cada quien es autónoma y capaz de poder enfrentar la vida por sí misma. Así habrá un respeto mutuo de ambas partes en lugar de una relación en la que una parásita el éxito de la otra o si ambas se parasitan mutuamente.
Nunca estamos solas, si vivimos en sociedad inevitablemente estamos rodeados de gente: amistades, colegas de trabajo, familia, vecinos. Así que no existe tal cosa como estar sola. El problema que existe es que muchas veces las relaciones que tenemos con las personas que están a nuestra alrededor no son significativas o incluso son hostiles. No nos sentimos felices y de allí que afirmemos que "estamos solas". En consecuencia empezamos a creer que necesitamos de una pareja para dejar de "estar sola". Sin embargo, lo que suele pasar, es que cuando con esta mentalidad y estado emocional conseguimos una pareja se desarrollan o bien conflictos o bien una ensoñación paralizadora. En el primer caso, que es muy común, se cae en cuenta de que "seguimos estando solos". Y esto suele ser muy frustrante porque se esperaba que fuera la llegada de la pareja la que resolviera ese marasmo, esa "sensación de soledad". Esto es muy problemático, irresponsable y bastante peligroso. Por un lado, se le carga a la pareja con una responsabilidad que no le corresponde: sacarnos de un "estado de soledad" que como estoy tratando de describir es un estado de la mente, una incorrecta definición de la realidad. Nadie podrá sacarte de ese estado porque no existe tal cosa como la "soledad". Existen las relaciones significativas y las que no lo son. El problema no es que estés solo, sino que no has aprendido a construir relaciones significativas. Y lo que pasará con tu pareja será exactamente lo mismo. A menos que concientemente te comprometas tú mismo a ver cómo estableces mejores relaciones con la gente nadie podrá hacerlo por ti. Y ese aprendizaje también te servirá para establecer buenas relaciones de pareja. Habrás pasado de un estado de no saber cómo establecer relaciones significativas a uno en que sí sabes hacerlo. Eso implica también, y esto es muy importante, saber con quién establecer relaciones. ¿No suele ser este un dolor de cabeza frecuente de las personas que no saben si salir o no salir con alguien? Pasemos ahora al segundo escenario, aquel en el que la pareja se convierte en una panacea, de pronto dejamos de estar enfermos, frustrados y todo es hermoso, todas las cosas brillan. Esta es una reacción usual que tiene explicación neurofisiológica, la presencia de una pareja y eventualmente el contacto con ella activa la segregación de hormonas relacionadas con el placer y la alegría. Pienso que no es negativo si aprovechamos este momento de alegría para empezar a corregir la forma en que veníamos estableciendo relaciones y que nos hacía sentir que "estábamos solos". El problema se produce cuando solo parasitamos esa alegría, drenando su energía hasta que finalmente se acaba. Esto también tiene explicación neurofisiológica, luego de los picos de segregación hormonal se vuelve al estado anterior. Los síntomas de esto son la necesidad de estar con la pareja a cada momento, para cada situación, de sentirnos miserables, frustrados y débiles cuando pasamos segundos sin ella. Es decir cuando sentimos que "estamos solos" cuando no está. De acuerdo al nivel de dependencia de una persona esta compulsión por pasar cada minuto con la pareja será mayor o menor llegando a extremos peligrosos y criminales del tipo: "si me dejas me mato" o "si me dejas te mato". Evidentemente, ese es el extremo y no me estoy dirigiendo a esos extremos en este momento (¿o quizá sí?). Otra manifestación de esta dependencia es la necesidad de estar con otras personas (engaño) para volver a sentir esa energía de "no estar solo". Manifestaciones maníacas de todo tipo como forzar "aniversarios", salidas. Otra muy común es recurrir al sexo compulsivo porque cuando todo falla, el sexo siempre asegura una buena liberación hormonal que nos otorga placer. Hay una canción de Charly García, muy poco conocida por cierto, convenientemente olvidada que señala: "... poco a poco vos te conformas si no es amor es tuya igual y vos le das lo que te pida". Aparte: una de las pocas frases que rescato de la terrible y confundida filosofía del afecto (eso que llaman amor) de Charly. Finalmente, cuando la relación termina se vuelve al estado de pánico y sin sentido de "estar solo". Llegamos a este punto me gustaría señalar las que considero son las soluciones a este problema. En principio es fundamental cambiar de mentalidad, empezar a cuestionarse cómo interpretamos las situaciones que vivimos y las relaciones que tenemos con las personas. Sobre todo hay que tener cuidado con los significantes vacíos y las reificaciones. Para no ponerme técnico: hay que tener cuidado de usar palabras que no se corresponden con la realidad y que además nos hacen sentir miserables. Aquí recomiendo mucho buscar info de la Terapia Cognitivo Conductual que ofrece muchas técnicas al respecto. Segundo y principal: Concentrarnos en nuestra autonomía, en nuestra independencia. La alegría, la productividad, la calma, cualquier cualidad o estado positivo en el que quieras encontrarte solo es producto del trabajo de una persona: tú mismo. Es incorrecto de partida que necesites que haya una relación particular en tu vida para ser feliz y es un indicador de una posible dependencia emocional. No se me malinterprete, las amistades, las relaciones afectivas con la familia o en general con las semejantes son necesarias para vivir. Pero no son tu propiedad, las otras personas no están allí para ti, cada quien (bueno al menos sería saludable que cada quien) tiene su propio proyecto de vida, sus propias metas y sueños. Tú debes tener los tuyos. Entonces si conoces personas (amigos, pareja, colegas) la relación será fructífera porque cada quien se acompaña en ese proceso, porque cada quien es autónoma y capaz de poder enfrentar la vida por sí misma. Así habrá un respeto mutuo de ambas partes en lugar de una relación en la que una parásita el éxito de la otra o si ambas se parasitan mutuamente.

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